Legendario por sus iglesias y bares, sus señoras con sombreros de domingo y bandas de adolescentes con pantalones a medio muslo, Harlem captura la imaginación por sus contrastes e historias.
Meca de la vida afroamericana en Nueva York, el Harlem evoluciona, cambia constantemente. De colonia holandesa en 1658, al barrio cosmopolita y multicultural que es actualmente, a lo largo de su historia ha acogido a italianos, judíos de Europa del Este, irlandeses, latinoamericanos y hasta finlandeses.
No fue sino hasta las primeras décadas del siglo XX que Harlem se convirtió en un oasis para los afroamericanos que huían del racismo y de la violencia de las leyes de Jim Crow. Durante los años de la prohibición, artistas, músicos y bohemios echaron raíces aquí, creando lo que se llamó el renacimiento de Harlem. Y si bien lugares como el Cotton Club seguían prohibiendo la entrada a clientes negros, contrataban a músicos como Duke Ellington y Ella Fitzgerald para engalanar su escenario.
Harlem en realidad está compuesto de diferentes universos, como los parques al norte de la Universidad de Columbia, el barrio hispano al Este y, en medio, el Harlem central. Visitar todo tomaría por lo menos un par de días, pero puedes empezar en la Quinta Avenida y la calle 116 (1), frontera entre Harlem central y el East Harlem, mejor conocido como El Barrio. Si caminas hacia el Este pensarás que estás en cualquier colonia mexicana: taquerías, puestos de elotes y tiendas de playeras de futbol adornan la calle. Pero date vuelta a la izquierda, hacia el Oeste, y el panorama empieza a cambiar. Entre la Quinta Avenida y Lenox (También conocida como Malcolm X Boulevard), encontrarás el Malcolm Shabazz Harlem Market (2), un mercado administrado por la mezquita Malcolm Shabazz, en donde predicaba Malcolm X. Aunque sus mejores años han quedado atrás, su excéntrica combinación de arte y ropa africana, gorras de los Yankees, pósters de Barak Obama en poses mesiánicas y DVD piratas siguen valiendo la pena.
Camina hacia el Norte por la Quinta Avenida y visita el Parque Marcus Garvey (3), uno de los más viejos de Manhattan (¡desde 1840!). Su atalaya de hierro sirvió como inspiración para las estructuras de los rascacielos modernos y es un monumento histórico de la colonia.
Después, dirígete a calle 125 (4), la avenida central de Harlem, y gira a la izquierda, hacia el Oeste, hasta Lenox. Gracias al aburguesamiento de la colonia es tan probable que encuentres un Dunkin? Donuts como un lugar de comida sureña sacado de una película de la década de los sesenta: mujeres africanas en vestidos de colores como jóvenes blancos atraídos por rentas más baratas. Y, por supuesto, más bares e iglesias. A la hora de comer puedes parar en Sylvia?s (5), en Lenox 328 y la calle 126 (www.sylviasrestaurant.com) el legendario restaurante familiar de comida sureña. Sylvia?s también tiene un bar a una cuadra con música en vivo, si está muy lleno (es muy turístico, pero de excelente calidad), a un par de cuadras al sur en el número 288 de Lenox, está el igualmente legendario Lenox Lounge (6) (fundado en 1939/ www.lenoxlounge.com), también ofrece platos generosos en un lugar que cuando lo veas te sentirás en una película (porque ya los has visto en el cine: Sylvia?s aparece en Jungle Fever de Spike Lee y Lenox Lounge en Bullet, con Mickey Rurke). El Lenox Lounge también tiene jazz y blues en las noches que vale mucho la pena escuchar.
Si sigues hacia el Norte hasta la calle 135, llegas al Schomburg Center for Research in Black Culture (7), la biblioteca con la colección de fotos, video, audio y libros raros sobre la cultura afroamericana más grande del país. Dos cuadras más adelante, en 137, encontrarás la iglesia Mother African Methodist Episcopal Zion (8), la iglesia afroamericana más antigua de la ciudad; y en la 138, está la más conocida la iglesia Abyssinian Baptist (9) (www.abyssinian.org). Estas iglesias dejan entrar a turistas a sus servicios, como muchas otras de Harlem. Y la música y la energía son irresistibles. ¡Pregunta antes de tomar fotos!
Si no quieres visitar las iglesias del Harlem, de Lenox Lounge te puedes encaminar sobre la 125 hacia el Oeste, ahí encontrarás no sólo la oficina de Bill Clinton (10) (calle 124 Oeste 55/ www.clintonfoundation.org), pero más interesante, el Studio Museum of Harlem (11) (calle 125 oeste 144/Street, www.studiomuseum.org), que presenta exhibiciones de artistas afroamericanos contemporáneos, así como una impresionante colección permanente. Más al Oeste, casi llegando a la octava avenida (también llamada Frederik Douglass Boulevard) está el legendario Teatro Apollo (12) (Calle 125 Oeste 253/www.apollotheater.org), construido en 1914, originalmente no se permitía la entrada a negros. Pero a partir de la prohibición, en la década de los veinte, el Apollo convirtió en el refugio de músicos como Ella Fitzgerald y Billie Holiday; más tarde se transformó en el hogar artístico de la músicos como Stevie Wonder, James Brown y hasta Michael Jackson. En las décadas de los años setenta y ochenta, cuando Nueva York estaba hundida en el crimen, este teatro cerró un par de veces, pero gracias a ser el «lugar donde nacen las estrellas y las leyendas se hacen», se ha conservado hasta hoy; aquí han tocado desde Bob Marley y Prince hasta Shakira, se veló a James Brown, Barak Obama hizo campaña, y sus noches de amateurs siguen siendo una plataforma para artistas principiantes. Más al Oeste, cerca del río, el Cotton Club (13) (Calle 125 Oeste 656/www.cottonclub-newyork.com) parece un oasis en medio de puentes elevados y tráfico urbano, recordarás con nostalgia la película de Coppola sobre la época dorada de este club. Pero los domingos tienen noches de swing y otros eventos, resistiendo el aburguesamiento y los planes de apropiación de la Universidad de Columbia.
Termina la jornada en Showman?s (14) (Calle 125 oeste 375), uno de los bares más viejos de Harlem (desde 1943). Aunque se han tenido que mudar tres veces cada vez a lugares más pequeños, primero por un incendio y luego debido a la expansión de la Universidad de Columbia, aún así sigue siendo un lugar importante en donde políticos, líderes comunitarios y vecinos se juntan a discutir las noticias del día o simplemente a escuchar música en vivo. Charlo con uno de los comensales, Freddy, un caballero de cierta edad, quien me explica por qué visita Showman?s tan seguido: «Este lugar te hace pecar», dice. La respuesta perfecta para describir un barrio con tanta historia, y por lo menos un bar y una iglesia en cada cuadra.
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