Una aldea esquimal. Formaciones rocosas milenarias, recubiertas por el frío del norte. Algunos barquitos que salen a pescar sobre la superficie del mar de Bering. Kilómetros cuadrados de silencio. A primera vista, un territorio con estas características podría no parecer interesante para dos superpotencias mundiales. Sin embargo, las Islas Diómedes tienen una particularidad que otros poblados perdidos carecen: están en la frontera de Rusia.
En la intersección del mar de Bering y el de Chukchi, las Islas Diómedes se ubican exactamente en el límite entre Alaska y la península de Chukotka. Son un par de islas rocosas al norte de ambos países, con poblaciones esquimales reducidas que se valen de la pesca para solventar su economía. A pesar de ello, ambos países tienen la mirada puesta en ellas. Ésta es la razón.
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En las Islas Diómedes no tuvo que caer un cataclismo natural para que estén deshabitadas casi por completo. Según el último censo poblacional, en la Diómedes Mayor sólo viven 160 personas de los pueblos originarios en el norte. La Diómedes Menor, por el contrario, no hay nadie.
Algunos arqueólogos piensan que estas islas empezaron a poblarse hace 3 mil años, cuando los cazadores-recolectores de la región empezaron a pescar. Originalmente, según esta teoría, se establecieron ahí de manera estacional, para cazar ballenas en primavera. Sin embargo, estos movimientos se desvanecieron poco a poco, conforme las personas se asentaron ahí.
Cuando los exploradores europeos del silgo XIX investigaron la zona, se encontraron con una sociedad organizada en torno al mar. No sólo a nivel económico, sino simbólico: con el paso del tiempo, las jornadas de cacería se volvieron ritualísticas, y fueron el cimiento de la cosmovisión esquimal en las Islas Diómedes.
Entre la cacería de cetáceos y de otras especies en el hielo, los nativos comerciaron con sus parientes en Siberia. Se tiene registro, incluso, que lograron navegar para establecer conexiones mercantiles en Asia —hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial, y tuvieron que ser reubicados. Estados Unidos estaba demasiado cerca.
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Con el quiebre de la Segunda Guerra Mundial, todos los habitantes de la Diómedes Mayor fueron trasladados a Siberia. No fue hasta 1988 que la navegación se pudo restablecer, y estas personas pudieron recuperar la comunicación con sus familias. Por esta herencia de la Guerra Fría, nadie habita la Diómedes Mayor.
A pesar de que ambas formaciones rocosas están separadas por sólo 4 kilómetros, los husos horarios de Rusia y Estados Unidos las separan por casi 24 horas. Mientras en la Mayor son las 8 de la mañana, en la Menor están cerrando el día. Esto es así por el mapa geopolítico que divide a esta región del planeta.
Según la división de la línea internacional de cambio de fecha, un trazo imaginario que parte al planeta de Norte a Sur por el Pacífico, las Islas Diómedes literalmente viven en días diferentes. Por ello, en algunas ocasiones se les hace referencia como la «Isla del Mañana» y la «Isla del Ayer». A nivel político, esto también permite que pertenezcan a continentes diferentes, aunque formen parte del mismo archipiélago naturalmente.
Aunque deshabitada, la isla cuenta con una base militar y una estación polar de investigación, a las que ocasionalmente van guardias fronterizos. Aún así, a los husos horarios entre ambos territorios los separa un día completo.
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