La Colonia Americana, de Guadalajara, rebosa en casonas restauradas de principios del siglo XX, restaurantes, cafés con terrazas y amplias calles arboladas para caminar.
Imagina la Roma y la Condesa, en Ciudad de México, pero con menos ajetreo. Más o menos así es la colonia Americana, el barrio más hipster de Guadalajara que invita a explorar sus calles apacibles, colmadas de árboles, y sobre todo, de casonas de principios del siglo pasado con más de una historia que contar.
Para recorrer este barrio puedes comenzar desde su límite sur, en la Glorieta de los Niños Héroes, que en fechas recientes fue rebautizada por grupos activistas como la Glorieta de las y los Desaparecidos.
Diseñada por el arquitecto Vicente Morales Mendiola en 1950 para conmemorar la Batalla de Chapultepec y ejecutada por el escultor guanajuatense Juan Fernando Olaguíbel Rosenzweig (también autor de la Diana Cazadora y la Fuente de Petróleos, en Ciudad de México), la estructura se compone de una explanada circular rodeada por seis esculturas y una columna de 50 metros. Una figura femenina en la cúspide simboliza la patria.
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Casa Iteso-Clavigero
Sigue hacia el norte por el Corredor Cultural Chapultepec, un camellón peatonal arbolado que toma su nombre de la avenida donde se dispone y que te llevará hasta la calle José Guadalupe Zuno Hernández. En el #2083 encontrarás la primera joya arquitectónica de este recorrido: la Casa ITESO-Clavijero.
En 1928, Efraín González Luna –primer candidato del Partido Acción Nacional (PAN) a la presidencia de la República en 1952– encargó la construcción de una casa a Luis Barragán, quien en ese entonces comenzaba a manifestar un estilo muy marcado en sus proyectos derivado de la influencia mediterránea y de las haciendas regionales. Barragán se convertiría en uno de los más prolíferos arquitectos en la historia de México, cuyas obras y trayectoria lo hicieron acreedor al premio Pritzker, el “Nobel de Arquitectura”, en 1980.
Llamativa desde el exterior –y no solo por su color mostaza–, la también conocida como Casa González Luna destaca por sus arcos de medio punto, una torre tipo minarete, los patios interiores y su escalera exterior. Además, un elemento distintivo de esta propiedad, declarada Monumento Artístico de la Nación, es la manera en que la luz entra y se adueña de cada espacio conforme transcurre el día. Hoy funciona como galería del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) y cuenta con una pequeña cafetería.
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Casa Zuno
Si continúas por la calle José Guadalupe Zuno Hernández hacia el poniente, a casi tres cuadras encontrarás la Casa Zuno y su muy notoria fachada de tezontle. La construcción de este inmueble, un proyecto del ingeniero Arnulfo Villaseñor, comenzó en 1923.
De estilo neocolonial, llama la atención su uso artístico de materiales como cantera, viguetas de fierro, madera de cedro y el mencionado tezontle, traído desde el volcán de Tequila. En 1974, José Guadalupe Zuno y su esposa Carmen Arce la donaron a la Universidad de Guadalajara y, desde 1993, es sede del Archivo Histórico.
Quizá en este punto de tu recorrido comiences a tener hambre, por lo que una parada en La Panga del Impostor, a la vuelta de Casa Zuno (en el cruce de Simón Bolívar y Miguel Lerdo de Tejada), te ayude a recargar energía.
El menú se compone de tostadas de camarón, pescado o pulpo, aguachiles, birria de almeja, cocteles, tacos, helados y cervezas artesanales locales. Pero si lo tuyo no son los mariscos, sigue por Simón Bolívar hacia el norte hasta el cruce con la avenida Ignacio L. Vallarta, donde encontrarás Los Arrayanes Café.
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Casa Farah
Rodeado de fresnos, framboyanes y arrayanes, entre patios y jardines exteriores, disfrutarás de platillos completos para desayunar, comer o cenar, pero la especialidad de la casa son los chilaquiles –rojos o verdes– acompañados de frijoles y queso Cotija. En cuanto a bebidas, el café chiapaneco destaca en la carta, aunque también hay una variedad de tés, tisanas, y vinos.
No obstante, lo notorio de este sitio no es solo el menú y el ambiente, sino su ubicación: Casa Farah, una construcción regionalista de 1936, obra del ingeniero Rafael Urzúa, que se caracteriza por sus arcos de medio punto, muros anchos y largos, formas geométricas, y colores y texturas simples. Aunque por años permaneció abandonada, fue remodelada en 2003 para rescatar su apariencia original.
Casa Blanca
Tras deleitar tu paladar y conocer uno de los iconos del barrio, sigue tu andar por la avenida Ignacio L. Vallarta cuatro cuadras al este hasta encontrar la Casa Blanca. Hoy día un popular salón de eventos sociales, fue construida entre 1906 y 1908 durante el Porfiriato, pero ganó fama al ser la residencia temporal del actor Mario Moreno “Cantinflas” y por albergar una boutique de la firma italiana Versace a finales de los años noventa.
Sobre Colonias, dirígete hacia el sur hasta cruzar con Libertad, una calle que, en palabras de Daniel Urías –vecino de la Americana desde octubre de 2020 y quien relata que vivir aquí es “como un sueño” debido a la historia arquitectónica de la zona–, es “la más bonita de la colonia. No solo encontrarás una gran oferta de cafés, restaurantes y panaderías, sino también la Casa de los Abanicos”.
En el #1823 de la calle Libertad, esta enorme casona –prácticamente del tamaño de toda la manzana– comenzó a ser construida en 1898 por encargo de Guillermo B. Jovey, su primer propietario, al ingeniero Guillermo de Alba. La primera etapa constructiva concluyó en 1904 y contempló solo la planta baja del inmueble.
Para 1907, Manuel Cuesta Gallardo, entonces gobernador de Jalisco, adquirió la propiedad para ampliarla y renovarla, un trabajo que encargó al arquitecto Ernesto Fuchs. A la construcción afrancesada, Fuchs agregó las columnas corintias que posee y su sello más característico: la herrería en forma de abanico.
La historia de esta casona es, por decirlo de alguna manera, interesante, pues ha servido como colegio, consulado, sede de varias dependencias del ITESO e incluso como un claustro clandestino durante la Guerra Cristera (1926-1929). Hoy día es uno de los salones de eventos más codiciados de toda la capital.
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Templo Expiatorio de Guadalajara
Continúa tu recorrido y disfruta de la frescura de la tarde y el canto de las aves que han hecho de estos árboles su nido, y sigue por la calle Libertad hasta la avenida Enrique Díaz de León. Gira a la izquierda, en dirección norte, y encontrarás a un par de cuadras el Templo Expiatorio de Guadalajara.
Si bien su construcción tomó casi un siglo (de 1897 a 1972), es el mejor ejemplo de la arquitectura neogótica en México. Adamo Boari, quien también diseñó el Palacio de Bellas Artes y el Palacio Postal en CDMX, fue el arquitecto a cargo de esta obra que resalta por su estilo medieval, bóvedas altas con grandes rosetones y vidrieras francesas.
La conclusión estuvo a cargo de Ignacio Díaz Morales, otro arquitecto célebre en Guadalajara.
Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara (MUSA)
A espaldas del Templo Expiatorio se encuentra el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara (MUSA), un edificio ecléctico que comenzó a construirse en 1914 bajo la dirección del ingeniero Alfredo Navarro Branca pero que, para la década de los treinta del siglo xx, fue remodelado y ampliado por los arquitectos Aurelio Aceves y Rafael Urzúa.
Además, es el hogar de El hombre creador, un fresco de José Clemente Orozco que decora la cúpula en su totalidad.
Más allá de las colecciones itinerantes, las conferencias y los talleres que presenta, el MUSA ha sido el escenario de performances como Transfiguración, donde el artista Carlos Martiel usa su cuerpo como medio para hablar sobre la violencia.
Mezcalería Pare de Sufrir
Luego de caminar por gran parte de la Colonia Americana de Guadalajara, conocer algunas de sus construcciones más emblemáticas y degustar un poco de su gastronomía, es momento de descansar. No sin antes relajar los músculos en la Mezclaría Pare de Sufrir. Detrás del MUSA, sigue por la avenida Ignacio L. Vallarta hacia el poniente hasta cruzar con la calle Argentina.
En esta, gira hacia la izquierda. Quizá por fuera no parezca un bar sino una tienda de patinetas, aerosoles y viniles, pero una vez que cruzas el umbral de la puerta descubrirás de qué se trata. Decorado sin pretensiones, destaca su variedad de mezcales y raicillas, además de la música: reinan los ritmos latinos.
Espacios imperdibles en la Colonia Americana de Guadalajara
Hotel Demetria Bungalows
Para conocer de cerca y vivir la arquitectura de la colonia Americana, nada como hospedarte en la Privada Torreón, una finca diseñada por Pedro Castellanos en 1936 que hoy forma parte del Hotel Demetria, con 22 bungalós pensados para estancias largas.
La escalera exterior en espiral y el pasillo central donde dos arcos irregulares enmarcan la entrada son sus distintivos. También sobresalen elementos como las tejas de barro en techos, la abundancia vegetal de sus patios y las protecciones de hierro forjado en ventanas y balcones.
Los vecinos recomiendan
- Para desayunar cerca del Templo Expiatorio visita La Antigua, el local original de una pequeña cadena de waffles y hot cakes que tiene sucursales en varios puntos de Guadalajara y hasta en Chapala (calle Prisciliano Sánchez #1005, esquina con Argentina, junto al pequeñísimo Mercado Juárez, donde también encontrarás algunos antojitos tradicionales).
- Frente a La Cafetería está La Panadería (Emeterio Robles Gil #286). Sus cuernitos rellenos de chocolate son el souvenir favorito de la ciudad.
- Si buscas otra opción de hospedaje dirígete al Hotel Casa Habita, en la colonia Lafayette. Tiene el mismo estilo de música, decoración y ambiente de los hoteles de la cadena Habitacomo el Downtown o el CondesaDF, en Ciudad de México.
Este artículo es de la autoría de Karen Alfaro. Se publicó originalmente en la edición de junio-julio-agosto 2022 de National Geographic Traveler.
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