La costa de Galicia se caracteriza por brazos de mar que se meten en tierra firme y se juntan con corrientes de agua dulce.
Galicia es tierra de marineros. En esta provincia autónoma española es posible encontrar algunos de los paisajes marinos mas bellos del mundo. Galicia cuenta con 1,200 kilómetros de costa, los cuales están ocupados por las tradicionales rías Altas y las rías Baixas, con playas de fina arena blanca, paisajes dominados por impresionantes acantilados, islas e islotes.
El rasgo más singular de la costa son las rías gallegas. Estas formaciones geológicas se encuentran en muy pocos lugares del mundo, como Irlanda, China y Bretaña. Se trata de brazos de mar que se introducen en el continente creando un litoral recortado sensible al movimiento de las mareas. En las rías se mezcla el agua dulce de los ríos con el agua salada del mar, lo cual la dota de niveles siempre variables de salinidad que propicia un colorido especial a los paisajes y los poblados pesqueros.
La mejor forma de descubrir la belleza de las rías y adentrarse en la cultura local es un novedoso producto turístico de Galicia llamado turismo mariñeiro. Ofrece una cuidada selección de alojamientos rurales para proponer al visitante experiencias únicas y, lo que es más importante, acceso a la cultura gallega auténtica.
Entre las actividades que es posible realizar con el turismo mariñeiro están las siguientes: visitar cualquiera de los 55 faros; embarcarse en un antiguo barco bonitero reconvertido en museo flotante; descubrir cómo se cultivan berberechos, almejas o navajas; asistir al particular sistema de subasta de los pescadores; acercarse a alguna de las miles de bateas en las que se producen los mejores mejillones del mundo y degustarlos acompañados de un buen albariño; navegar entre delfines, rorcuales y marsopas, o dar una caminata por cualquiera de los puertos pesqueros y disfrutar de los bares y tascas. Además, por supuesto, siempre se puede pasar la tarde en las mejores playas de los alrededores. Estas actividades son guiadas por los propios marineros, pescadores y mariscadoras.
Para facilitar al visitante la elección de estas actividades, la información turística está dividida en ocho secciones, cada una correspondiente con un área específica del litoral gallego. Estas regiones son: A Mariña Lucense; Ferrol-Eume-Ortegal; A Coruña-Golfo Ártabaro; Costa da Morte; Rías de Muros-Noía-Arousa; O Sainés; Terras de Pontevedra-O Morrazo, y Ría de Vigo-Baixo Miño.
La Costa de la Muerte
En esta ocasión tuve oportunidad de visitar la Costa de la Muerte y las rías Baixas. La primera, azotada por las bravías aguas del océano Atlántico, abarca desde Cabo Finisterre hasta Malpica de Bergantiños, y debe su nombre que entre Camelle y Camariñas se hundieron más de 60 navíos en poco más de cien años. El Cabo Tosto (o Punta do Boi) es el punto más fatídico. Ahí, el 10 de noviembre de 1890, naufragó el barco inglés HMS Serpent, de la Royal Navy. Los 172 marinos fallecidos fueron enterrados a pie de mar, en lo que hoy es conocido como el cementerio de los ingleses. A raíz de esta desgracia se construyó el faro de Cabo Vilán.
La historia negra de esta costa refiere también otras catástrofes como la del HMS Captain, 1870; el Boris Sheboldaeff, 1934; el Nórd Atlantic, buque alemán que intentaba evadirse de la persecución de la aviación aliada, 1943. El último gran naufragio fue el del Prestige, petrolero griego que, en 2002, se partió por la mitad a mar abierto y causó una de las catástrofes ecológicas más devastadoras de Galicia.
Estas historias despertaron mi curiosidad y decidí ir a conocer el legendario Cabo de Finisterra, lugar que para los romanos era el punto más occidental del mundo conocido. En este extremo de España, en 1853, se construyó un faro de 11 metros de altura, situado a 143 metros sobre el nivel del mar. Su luz alcanzaba más de 30 millas náuticas (55.5 kilómetros).
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El paisaje característico de la Costa de la Muerte esta marcado por fuertes contrastes, en donde se alternan las pequeñas rías, playas y ensenadas con impresionantes laderas pétreas entre las que sobresalen el Monte Pindo o los Montes de Traba. En este punto inician o terminan las denominadas rías Baixas, se encadenan entre Baiona y Finisterra. Son las de mayor extensión y las que de una manera uniforme se alargan de sudoeste a nordeste. Se trata de las rías de Vigo, Pontevedra, Arousa y Muros-Noia.
Aquí, es posible tomar la carretera panorámica AC-550, una de las costeras más bellas del mundo, la cual corre paralela al litoral donde los colores predominantes son los verdes y los azules. Los paisajes costeros son fascinantes. Algunos tramos están dominados por acantilados donde el mar se estrella con toda su furia mientras que en otros tramos la vista recorre amplias ensenadas y caletas. Las riberas están cubiertas de árboles frutales, campos de cultivo y viñedos que rodean aldeas, villas y ciudades creando un paisaje alegre y variado.
Tesoros milenarios: en Corcubión, por ejemplo, el dolmen más importante de Galicia, que fue utilizado aproximadamente entre el 3,900 y 2,700 a.C. El de Corcubión es uno de los dólmenes más importantes de la Península Ibérica, en sus paredes aparecieron restos de pinturas y en la zona de la entrada se encontraron 20 pequeños ídolos. A 40 kilómetros de Corcubión se encuentra el Castro Borneiro, un pueblo situado en lo alto de un cerro rodeado de muros de piedra. Los primeros castros son anteriores a las inmigraciones celtas, ya en la Edad de Bronce. El de Borneiro es uno de los castros más importantes de Galicia. Estuvo habitado entre los siglos VI a.C. y I d.C. Otros atractivos de Corcubión son la iglesia de San Marcos, el Museo Marítimo y el Castillo del Cardenal.
Más adelante llegué a Carnota, antiguo poblado con túmulos y castros. Carnota tiene acceso a playas muy bellas como San Pedro (del Pindo), Quilmas, Pedrullo, Corna Becerra, Área Blanca, Porto Negro, Caldebarcos, Carnota, Mar de Lira y Susiños, entre otras. Algo que no se puede pasar por algo es la visita a uno de los hórreos mas grandes del mundo, con casi 35 metros de longitud. El más grande está en la población de Líra, aunque sólo lo supera por unos centímetros. Un hórreo es una construcción destinada a guardar y conservar los alimentos alejados de la humedad y de los animales mediante una tarima. Otros lugares de interés son el Monte Pindo, la desembocadura del Río Xallas y las islas Lobeiras.
Mi siguiente parada fue la población de Muros que, como su nombre indica, está amurallada, desde 1520, para defenderse de los ataques piratas. En 1970 fue declarada Conjunto Histórico-Artístico. Los pescadores han sabido conservar su patrimonio, paisajísticos y arquitectónico, caracterizado por sus palacios y templos góticos, como la ex colegiata y la ermita de la Virgen el Camino. Siguiendo por la costa llegué al pueblo de Noia. Éste se localiza en la desembocadura del río Tambre, su nombre proviene de una leyenda bíblica donde se dice que una nieta de Noé, Noela, vino a vivir a este ayuntamiento después de sufrir la gran inundación. Este lugar es ideal para la observación de aves ya sea en sus diferentes ecosistemas de montaña, fluviales y costeros. Aquí fue donde concluí mi viaje a través de la costa de Galicia, di la espalda al mar, enfilando por la carretera AC-543, rumbo a Santiago de Compostela.
EL CAMINO DE SANTIAGO
La tumba de Santiago el Mayor, descubierta en 813 en el monte sagrado del Libredón, es el final de la famosa peregrinación gallega. Cada vez que un peregrino se echa a andar por las viejas sendas del Camino de Santiago, se pone en marcha un antiguo mecanismo de la Cristiandad: el viaje hacia la Salvación y, con él, el autodescubrimiento. La mejor hora para visitar la catedral de Santiago es al mediodía, cuando se pone en acción el péndulo gigantesco y humeante del Botafumeiro.
Más información
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