La tercera parte del recorrido en moto de dos oficinistas que dejan la vida laboral para emprender en una aventura.
Mi nombre es Jonás Hernández, tengo 24 anos, y junto con mi amigo Héctor vivo en la Ciudad de México. Por día pasamos más de ocho horas en la oficina, sufriendo el tráfico, la contaminación, el calor, el estrés y demás padecimientos de la ciudad.
Llevamos dos años en esta metrópoli alejados de nuestra tierra natal, Durango, y ya estamos cansados de la vida capitalina y de nuestros puestos en la industria financiera. Para remediar esto vamos a dejar todo atrás y realizaremos un viaje al fin del mundo. No es un capricho, es un ejercicio para ver que hay más allá de la vida del asalariado y descubrir las maravillas de nuestro continente.
Hoy partimos de Villahermosa a primera hora, dejando Tabasco y cruzando los cañones de la sierra chiapaneca para llegar por la tarde a San Cristobal de las Casas (o como lo llamamos en su momento, «el último bastión de civilización mexicana»).
Lo llamamos de esa manera por el sentimiento de seguridad e incluso pertenencia que te da seguir dentro de tu país cuando estas a a punto de dejarlo, señal de que la aventura va enserio.