El territorio chiapaneco es una tierra salvaje y fascinante.
A finales del siglo XIX y durante el XX, un grupo de viajeros y exploradores (Alfred P. Maudslay, John Lloyd Stephens, Frederick Catherwood, Teobert Maler, Desiré Charnay, Jacques Soustelle, Tatiana Proskuriakoff, Gertrude Duby Blom y Frans Blom entre muchos) sacaron a la luz los tesoros ocultos de las tierras salvajes de Chiapas; dieron a conocer los sitios arqueológicos devorados por la selva. Con sus bellísimas, fotos, grabados y dibujos de estos poblados perdidos en la espesura de la jungla han seducido a más de un viajero e invitado a conocer hoy estos maravillosos lugares, como Palenque, Yaxchilan o Bonampak.
Estas imágenes son las que desde hace 15 años me han llevado a realizar numerosos viajes por el estado de Chiapas y en especial por la Selva Lacandona. Cuando vine por primera vez no había carreteras, sólo caminos de terracería polvorientos que conducían a Yaxchilan, Bonampak y a los poblados lacandones de Nahá, Metzabok y Lacanjá. La única manera de llegar era viajar a bordo de camiones destartalados (guajoloteros) que tardaban horas para llegar a su destino y llevabas por compañero de asiento a un par de gallinas.
A raíz del surgimiento de Ejército Zapatista de Liberación Nacional, las cosas han cambiado. Y uno de esos cambios han sido las comunicaciones. El gobierno pavimentó la carretera fronteriza del sur, que corre paralela a la frontera guatemalteca y a la Reserva de la Biosfera de Montes Azules. Además, ha impulsado proyectos ecoturísticos, que consisten en una serie de hotelitos rústicos en comunidades indígenas que ofrecen una alternativa más para que estas comunidades reciban ingresos y combatan así la destrucción de la selva. Recorre por tierra esta región. No te arrepentirás.
El lugar ideal para iniciar esta aventura es la ciudad de Palenque, cuyo principal atractivo es su zona arqueológica ubicada a sólo ocho kilómetros. Es uno de los puntos más bellos y enigmáticos rodeado de selva y misticismo, fue declarado en 1987 Patrimonio Cultural de la Humanidad. En su pasado fue asentamiento de poderosos gobernantes mayas. Aquí no debes dejar de visitar: el Templo de las Inscripciones, el Palacio, la Torre, los templos de la Reina Roja, de la Cruz y del Sol, edificaciones que recuerdan el pasado maya majestuoso.
Después toma la Carretera Federal 199 con dirección al poblado de Ocosingo, a 20 kilómetros está la cascada de Misol-Há, te dejará boquiabierto la impresionante caída de más de 25 metros de altura del río Tzaconejá que baja por un cantil de rocas calcáreas creando una espectáculo de la naturaleza. Cuenta con restaurante y cabañas, por si quieres pasar ahí la noche.
Regresa a la carretera 199 y 46 kilómetros más adelante llegarás a las famosas cascadas de Agua Azul , formadas por el Río Tulijá que desciende abruptamente formando esta serie de caídas y estanques naturales contenidos por diques calcáreos llamados "gours", en la terminología geológica. El intenso color azul turquesa del agua se debe al lecho calizo del río que en combinación con el verde de la vegetación selvática, crea un paisaje que te dejará con la boca abierta.
Una vez concluida la visita a estas cascadas regresa por la carretera 199 hasta el crucero de Chancalá y ahí toma la carretera Fronteriza del Sur con dirección a Lacanjá Chansayab, uno de los tres principales pueblos Lacandones. Nahá y Metzabok son los otros y por su lejanía conservan mejor sus costumbres y tradiciones. En Lacanjá algunos lacandones se han cortado su cabellera larga característica y cambiado sus túnicas blancas por jeans y camisetas. En este pueblo podrás comprar artesanías; además, es el punto de partida para numerosas caminatas por la selva en donde los guías lacandones comparten su gran conocimiento sobre la flora y fauna.
En esta misma zona puedes visitar el sitio arqueológico de Bonampak, descubierto por Giles Healy y Carlos Frey, en 1946, quienes fueron guiados por los lacandones José Pepe Chambor y Acasio Chan que visitaban frecuentemente estos edificios abandonados para realizar sus cultos religiosos.
Bonampak ocupa varios edificios que datan del 580 al 800 d. C. que circundan una plaza, algunos poseen estelas muy bien labradas. Sin embargo, el principal atractivo es el Templo de los Murales, en cuyo interior podrás admirar pinturas espléndidas hechas durante el periodo Clásico en el año 790 d. C.
Luego, regresa a la carretera y unos kilómetros más adelante llegarás a Frontera Corozal, ahí puedes pernoctar. Te recomendamos el hotelito Escudo Jaguar. Al día siguiente levántate muy temprano para embarcarte rumbo a Yaxchilán. El nombre maya de este sitio arqueológico localizado a orillas del río Usumacinta significa "Piedras Verdes". Esta ciudad alcanzó su máximo desarrollo en el periodo Clásico durante el largo reinado del rey Escudo-Jaguar II, y controló el área del río Usumacinta, dominó Bonampak y fue rival de Palenque.
A esta ciudad maya sólo puedes llegar por barco o por vía aérea (hay avionetas que parten de Palenque, Ocosingo y Comitán). No te pierdas el Edificio 19, donde se localiza un laberinto de túneles, a su salida te topas con la Gran Plaza. Imagina la sorpresa de los primeros exploradores al llegar. La primera mención publicada de esta ciudad fue por Juan Galindo en 1833. Durante tu recorrido podrás recorrer la Gran Acrópolis, la Acrópolis Pequeña y la Acrópolis Sur.
De vuelta a Frontera Corozal retoma la carretera Fronteriza del Sur y pasando el poblado de Benemérito de las Américas encontrarás una desviación rumbo al Centro Ecoturístico de las Guacamayas, ahí a las orillas del río Lacantún y enfrente de la comunidad Reforma Agraria está la Reserva de la Biosfera de Montes Azules, con una extensión de 331,200 hectáreas constituye uno de los últimos reductos de selvas tropicales lluviosas del país y junto con El Petén guatemalteco y las selvas de Belice, Campeche y Quintana Roo, forma uno de los macizos de selva húmeda tropical más importantes de Mesoamérica en términos de diversidad biológica y de regulación climática.
Después de un merecido descanso, retoma tu camino hacia los hermosos Lagos de Montebello, que fueron decretados parque nacional en 1959. Está integrado por más de 50 lagunas, entre las que destacan la de Montebello (la más conocida), Cinco Lagos, La Encantada, Ensueño, Esmeralda, Pojoj y Tziscao, rodeadas de pinares, bosques de encino y selvas. Además de caminatas o andar en bici o a caballo, puedes navegar en kayak por el río San Rafael.
Termina tu recorrido por la carretera Fronteriza del Sur, en el entronque con la Carretera Panamericana 190, que te conducirá a las montañas de los Altos de Chiapas en territorio tzotzil y tzeltal. En medio de un paisaje frío y brumoso llegué al pintoresco poblado de San Cristóbal de las Casas, que fue nombrado Ciudad Real en 1528 por el conquistador Diego de Mazariegos. No dejes de visitar, en la calle Hidalgo, el edificio que alberga la Facultad de Derecho en lo que fuera la iglesia de la Compañía de Jesús, la calle desemboca en la Plaza del Carmen donde te toparás con la iglesia de las monjas de la Encarnación, cuya torre-arco de influencia mudéjar es única en México.
Disfruta de las artesanías que venden los indígenas tzotziles y tzeltales. El mercado es una explosión de color al igual que todos los poblados indígenas de los Altos de Chiapas, pero ese es otro viaje.
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