Además de ruinas prehispánicas, hoy Tulum posee hoteles con spas, centros de yoga, restaurantes gourmet y mucha diversión.
Después de un viaje de dos horas y media, llegué a Tulum. Primero hay que viajar en avión a Cancún y de ahí tomar un taxi o un autobús. Preferí el autobús ya que no es caro y es cómodo. La carretera es casi nueva, el paisaje frondoso y verde y mi compañia en el autobús era una fauna humana que hablaba en francés, inglés, polaco, italiano, español y hasta ruso. Gracias a su espectacular vista del mar Caribe y sus ruinas, más todos los agregados de un destino que se ha vuelto ecológicamente amigable sin dejar atrás el confort de hoteles con spas, centros de yoga y restaurantes de primer nivel, Tulum se ha vuelto más que una playa con mucho encanto. Es un pequeño pedazo de la aldea global afincado entre cabañas, palmeras y una brisa silenciosa que atraviesa los poros.
Antes que todo, aquí uno viene a relajarse. Un masaje tipo tailandés frente a la playa, en la cómoda sombra de una palapa fue mi recibimiento en un hermoso sitio llamado Ocho Tulum, un hotel-spa verde de aires rústicos pero sofisticados. Hay algo de vientos sanadores en Tulum, algo de mundo yogui (de hecho hay varios centros especializados en talleres de yoga como Amalsana) y comida macrobiótica que se mezcla con largas caminatas y paseos a los cenotes y a las ruinas en bici. Después de entrar en ambiente y descansar del viaje de llegada me fui a pasar el atardecer en las ruinas de Tulum, pequeñas y espectaculares al mismo tiempo. El edificio conocido como «El Castillo», orientado hacia el mar, tenía las funciones de faro y ayudaba a los navegantes mayas a pasar por ciertos puntos del arrecife de coral (el segundo ma?s grande del mundo) sorteando los peligros de chocar con ellos y hundirse. Esto me lo dice Juan, mi guía. Más adelante me haría mirar desde una de las puntas del mirador de Tulum preguntándome «¿Sabes por qué viene tanta gente de todo el mundo aquí? Este es un lugar magnético, lleno de energía, lo sabían los mayas. Es una puerta energética. Algo pasa cuando vienes, es como si tu cuerpo y tu espíritu se unieran en un feliz encuentro». Ante esas palabras y el sosiego que sentí sólo me quedó pasar un largo rato mirando el horizonte e imaginando cómo sería la bajada del dios Kukulkán, la serpiente emplumada, sobre este mar luminoso y turquesa.
Comer, y comer bien, beber, y beber bien. Principios de vida. Y en Tulum es posible hacerlo con presupuestos que se acomodan al viajero. Para esta noche escogí El Tábano. Comida mexicana con toques internacionales donde tienen especial gusto por las combinaciones entre salado y dulce y toques agridulces. Fresca, bien sazonada, platos suficientes y con opciones para vegetarianos. El lugar es abierto, con mesas de madera, y la gente que atiende son todos jóvenes con buena vibra. Llegué caminando desde mi cabaña y asií me regresé aunque siempre cabe la posibilidad de andar en bici o tomar un taxi, los cuales son muy seguros y están regulados.
Para el día siguiente decidí conocer el Gran Cenote y las ruinas de Kobah (donde sobresale su alta pirámide desde la cual se ven los llamados caminos blancos y la selva uniéndose a los cielos). Está a 45 minutos de Tulum y puedes rentar una bici para pasear por los caminos de piedra caliza molida y por ello llamadas sacbé (camino blanco), también visitar los cenotes de Chooo-Ha, Tamcach-ha y Multun Ha que son, junto al Gran Cenote, oportunidades únicas de ver y nadar en estos espacios. Lo hice y algo en mí recordaba con espanto y curiosidad los sacrificios humanos que solían hacer los mayas en estos cenotes. Pude bucear en ellos y darme cuenta que hay una belleza arrobadora. En el Gran Cenote de Tulum, al nadar, algunos haces de luz atraviesan el agua lo cual hace de practicar snorkel una experiencia alucinante: se ve el interior del cenote iluminado. Para los más aventurados también se puede bucear en los cenotes de Kobah.
La zona hotelera está unida por una avenida y el pueblo de Tulum está fuera de esta área; es muy mexicano, con ruido de mariachis y música en vivo de todos los estilos, el mejor restaurante de mariscos, El Camello Jr, fue un agasajo con sus tostadas de pescado y sus tacos de camarón empanizado tipo emperador con salsa de pico de gallo. Con sólo 24 horas aquí, antes de regresar a ciudad de México, no podía dejar de dar un último paseo por la playa de Tulum: hermosa, satinada y con un mix cosmopolita de razas y lenguas. Una suerte de Babel neo-posmoderna combinada con un shake de Tao, un Namasté matutino, la belleza de la naturaleza y un pasado esplendoroso del mundo de Chac, dios del agua y la lluvia, e Ixchel, diosa de la Luna. Aquí tu Kin maya se te revelará junto a la brisa. El mío es Ik: Viento galáctico blanco.
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Más que cuerpos al sol
Más allá de lo relajante que es tirarse en la playa y mirar el azul turquesa con matices lilas del mar Caribe, con un libro en la mano y una cerveza, hay también experiencias para la acción. Amantes del kitsurfing, este es el lugar indicado. Volar encima de uno de los arrecifes de corales más grandes del mundo lo hace una experiencia para recordar toda la vida. El esnórquel o el buceo de aguas abiertas permiten nadar dentro de los cenotes así como en el mar, los paisajes van desde encontrarse frente a frente con una mantarraya a poder observar bancos de peces multicolores que recuerdan una pasarela de moda («Toda la verdadera belleza radica en el mundo natural», solía decir mi maestro de historia del arte) o adentrarse en cañones oceánicos y sorprenderse con el mundo subacuático. Otra posibilidad al bucear en estas aguas es encontrarse con un grupo de tiburones ballena (la temporada para verlos va de junio a septiembre). Mi opción, menos arrojada, pero no por ello menos aventurada y cercana a la vida natural, fue cabalgar por la playa.
Puedes cabalgar en solitario o en grupo. Un guía nos llevó por la playa y ahí pude observar, desde la costa, las ruinas de Tulum. A caballo también se puede ir por la selva para llegar a algún cenote. Espacios para rapel y tirolesa son posibles, de hecho estas aventuras pueden programarse para un solo día, de las actividades acuáticas como esnorquelear hasta tirarte de la tirolesa para volar entre las copas de los árboles: la selva extendiéndose a tus pies. Imposible perderse estas actividades. Adultos y niños mayores de seis años son bienvenidos. Amantes del yoga, el mundo de la relajación, adictos a la adrenalina, o ambas, Tulum es una experiencia de posibilidades múltiples. Energía pura en todos los sentidos.
LOGÍSTICA
Cómo llegar
Los vuelos a Cancún con Aeroméxico, Interjet y Volaris desde Ciudad de México son de menos de una hora. De ahí se puede tomar un camión o un taxi hasta Tulúm por menos de una hora, la carretera está en buenas condiciones.
Cuándo Ir
El clima caribeño de Tulúm es caluroso casi todo el año, pero es mejor evitar la época de lluvias de verano. Visita las pirámides en la mañana, cuando hace menos calor.
Más información
Visita la página oficial de Tulúm: www.tulum.com
Visita al Gran Cenote
Para una visita al Gran Cenote y las ruinas de Kobah, considera un viaje de 45 minutos desde Tulúm. Estando ahí, puedes rentar una bicicleta para pasear por los caminos de piedra caliza, el Sacbé. Estando allá puedes visitar los cenotes de Choo-Ha, Tamcachha y Multun Ha.
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YOGA EN TULUM
Es difícil saber quién trajo el primer tapete de yoga a Tulum, pero este lugar en la punta sur de la Riviera Maya es un lugar para hacer yoga. Siempre hay algún retiro impartido por algún gurú traído de Nueva York o Los Ángeles. Un suspiro de arena blanca, jungla y palapas hippie-chic.
Hotel Ocho Tulum
Tiene un nuevo estudio de yoga y clases de vinyasa diario a las 10 am y 5 pm (por 15 dólares). También ofrece sesiones privadas a petición de los huéspedes. El masaje Ocho es famoso, una combinación de reflexología, masaje de tejido profundo y facial por 110 dólares (www.ochotulum.com).
Hotel Maya Tulum
Tiene retiros constantes con maestros internacionales y nacionales. El paquete de tres noches incluye alojamiento en una cabaña, comidas saludables, tratamiento de spa y dos sesiones de yoga al día, más transporte al aeropuerto de Cancún (www.mayatulum.com).
Yoga Shala
Una posada rústica con 10 habitaciones frente al mar y estudio de yoga que imparte Vinyasa, Hatha, Flow, Kundalini y Ashtanga (www.yogashala.com).
Amansala
Horarios de yoga amplios y Bikini Boot Camp en el verano. La propietaria, ex-newyorkina, ofrece el ritual de barro amarillo maya, en el que te llena de barro amarillo de pies a cabeza. Después a la orilla del mar imparte una meditación (www.amansala.com).
Shambala Petit Hotel
Un pequeño hotel con 10 cabañas sobre la playa. Es un lugar ideal para los retiros de yoga. La comida viene directo del mercado a la mesa como en casa. Delicioso (www.shambalapetithotel.com).