El turismo oscuro, también conocido como turismo negro o turismo de la muerte, es la tendencia de visitar lugares asociados con el sufrimiento y la tragedia.
Recorrer las calles evacuadas de Chernóbil, adentrarse en las catacumbas de París y visitar los antiguos campos de concentración nazi tienen un punto en común: el turismo oscuro. A diferencia del turismo convencional que se centra en destinos de ocio y recreación, este a menudo tiene un enfoque más sombrío y busca explorar aspectos más oscuros de la historia humana.
Esta práctica, también conocida como turismo de dolor o muerte, busca explorar y comprender aspectos históricos asociados con el sufrimiento, la tragedia y eventos trágicos. Los sitios que se suelen recorrer están asociados o fueron escenarios de desastres naturales, atentados terroristas, genocidios, campos de batalla, ejecuciones, o funcionaron como cárceles y cementerios.
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Turismo oscuro, una práctica antigua que se renueva
Los investigadores J. John Lennon y Malcolm Foley acuñaron en 1996 el término ‘dark tourism’ para nombrar y describir este tipo turismo centrado en la muerte y la tragedia, que abarca recorridos por zonas de catástrofes humanas, así como visitas a lugares tétricos o misteriosos. En todos los países existen destinos populares, ya sea por su simbolismo histórico o por las leyendas urbanas que lo rodean.
Cada vez suscitan más interés los lugares donde ocurrieron eventos inquietantes, lo que abarca también sitios que han servido de inspiración para leyendas e historias sobrenaturales. Además, los espacios abandonados, peligrosos o sumergidos en la oscuridad, también atraen a visitantes.
Para Dinorah Enríquez, maestra en geografía por la UNAM y especialista en turismo religioso, el turismo oscuro es tan antiguo como la lucha a muerte en el Coliseo Romano o los asesinatos en la horca, ambos eventos atraían a personas para mirar esto como un espectáculo. También señala que está vinculado a las experiencias culturales.
«Puede ser que haya gente que vaya porque le gusta ver este tipo de cosas, pero por otro lado tiene mucha relación con el turismo cultural», explicó Enríquez en un comunicado. «Hay algunos puntos turísticos que podrían entrar en dos. Si yo digo que voy a ir a Auschwitz, a Polonia, es un museo actualmente; entonces, entra dentro del periodismo cultural, porque voy a ir a aprender cosas históricas. Pero también entra dentro del turismo oscuro porque es un lugar lúgubre que guarda una historia triste».
Los tours en algunos de estos lugares están diseñados para generar conciencia y hacer que el participante cuestione las circunstancias que llevaron a los eventos. Sin embargo, en otros sitios y recorridos, la única motivación es el morbo y el deseo de vivir la experiencia.
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El misticismo, la muerte y el narcotráfico como atracción
En diversas partes del mundo, hay destinos de turismo oscuro que resultan altamente concurridos por los visitantes. Algunos ejemplos incluyen a Pompeya, en el sur de Italia; la Zona Cero del atentado del 11 de septiembre a las Torres Gemelas, en Nueva York; el museo de Auschwitz, en Polonia; y las catacumbas en París.
En Latinoamérica, el Día de Muertos en México es uno de los eventos con más participantes, debido a que se celebra en todo el país. También en este tipo de turismo ha irrumpido el interés por lugares vinculados al narcotráfico, como la casa de Pablo Escobar, fundador del Cártel de Medellín; el panteón Jardines del Humaya, considerado el cementerio de los narcotraficantes en México, o la Torre Miramar, en Mazatlán, Sinaloa, donde fue capturado el ‘Chapo’ Guzmán.
“Al ofrecerse esta opción también se quitan ataduras sociales. Actualmente, hay mayor apertura y permisividad, las personas ya no se sienten avergonzadas de visitar espacios antes impensables porque ahí otros habían sufrido riesgo, dolor, tortura o muerte”, opina Álvaro López López, investigador del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM.
El turismo oscuro a menudo genera preguntas éticas y morales, ya que implica visitar lugares que han sido testigos de sufrimiento y tragedia. Por lo tanto, es esencial abordar estos espacios con respeto y sensibilidad hacia las personas y comunidades afectadas por los eventos históricos relacionados.
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