El recorrido por los Valles Calchaquíes es uno de los más emblemáticos del noroeste argentino. Un lugar que combina los aspectos geológicos con cultura tradicional y vino.
Estos valles constituyen una gran depresión geológica longitudinal trazada por las corrientes fluviales. Los caminos áridos, rocosos y coloridos, las quebradas, las casas de adobe, la cultura tradicional, y algunos de los mejores vinos del país forman una combinación única.
Los Valles Calchaquíes se pueden recorrer en tres días, pero los pueblos del camino y los atractivos desvíos invitan a quedarse por lo menos 10. El circuito de 505 kilómetros comienza en la ciudad de Salta, pasa por Cachi y desciende por la ruta nacional 40 (RN40) hasta Cafayate, para luego regresar a Salta por la ruta nacional 68 (RN68), a través de la Quebrada de las Conchas.
Cualquier época del año es buena para ir, pero en verano (de diciembre a marzo) puede resultar un poco caluroso. Y al ser la época de lluvias, durante el verano también puede dificultarse el tránsito por los tramos no pavimentados del circuito.
De Salta a Cachi
Alquila un auto en Salta, capital de la provincia y uno de los principales destinos turísticos del país. Dirígete hacia la avenida Jujuy, a cinco cuadras del zócalo, y avanza en dirección sur. La avenida cambia su nombre por Paraguay. Sal a la RN68, y dirígete hacia la localidad de El Carril.
Dobla a la derecha y empalma con la ruta provincial 33 (RP33) hacia Cachi. Desde Salta son 157 kilómetros. Pero no vayas muy rápido. El camino, lleno de curvas sinuosas, no está pavimentado, y es uno de los más espectaculares del Noroeste. El tramo de 20 kilómetros, conocido como la Cuesta del Obispo, es de una belleza imponente.
El verdor de los valles y la proximidad de las nubes invitan a la ensoñación. Entre barrancos y precipicios brumosos, el camino asciende hasta los 3348 metros. Detente en Piedra del Molino, el mirador situado en el punto más alto de la cuesta, y disfruta de la magia del lugar. Luego, continúa por la RP33, y encontrarás la entrada al Parque Nacional Los Cardones.
Unos kilómetros más adelante podrás apreciar la Recta del Tin Tin: un tramo de 19 kilómetros, marcado por los incas con antorchas utilizadas a modo de jalones, y hoy asfaltado. A los costados, se extiende un campo llano plagado de cardones -una especie de cactus- con coloridos cerros de fondo. Sigue el camino y llegarás a Cachi, la primera parada.
Cachi es un pueblo prehispánico apacible ubicado en la confluencia de los ríos Cachi y Calchaquí, y rodeado de cerros. Sus callecitas adoquinadas y casas de adobe invitan a caminar hasta perderse. Dirígete a la plaza principal y visita el mercado artesanal y la iglesia San José, donde podrás apreciar la bóveda hecha con madera de cardón.
Visita luego Cachi Adentro, un pueblito a una hora de caminata. En los meses de verano, la crecida de las cascadas y arroyos embellece aún más el trayecto. Si quieres cabalgar, pregunta en la oficina de turismo. Muchos locales alquilan caballos. Por la noche, sal a pasear por los alrededores de la plaza, allí encontrarás varios lugares para comer y beber.
Después de la cena, aléjate apenas unas cuadras por las callecitas empedradas y disfruta del silencio de una noche estrellada. Para alojarse hay varios opciones de categoría. En las afueras del pueblo, el lujoso hotel La Merced del Alto (www.lamerceddelalto.com) ofrece maravillosas vistas al Nevado de Cachi. La hostería Sol del Valle (www.soldelvalle.com.ar) también tiene vistas privilegiadas y un magnífico restaurante.
@@x@@Por los pueblos vallistos
El recorrido continúa por la accidentada RN40. A 30 kilómetros encontrarás Seclantás, un pintoresco pueblo de 300 habitantes, conocido como la cuna del poncho salteño. Dirígete hacia el Norte, en dirección al paraje El Colte, y visita el Camino de los Artesanos, 12 sinuosos kilómetros donde familias de tejedores ofrecen sus ponchos coloridos y tapices, elaborados en los famosos telares de piso con lana de oveja y de llama.
El tejedor Alfonso Tero Guzmán es renombrado por haber confeccionado un poncho para el papa Juan Pablo II en la década de los ochenta. Tómate tu tiempo y descubre una de las más importantes tradiciones en telar criollo. Se hará difícil elegir. Luego vuelve a la plaza y visita la iglesia del Carmen, que data de 1835.
Unos 19 kilómetros al Sur de Seclantás, por la RN40, está Molinos. Estaciona el auto y disfruta a pie de este pueblito de trazado irregular, con sus casas de adobe con tejados de tierra, galerías y pórticos. Visita la iglesia de San Pedro de Nolasco, construida en 1693. Y luego, frente a la iglesia, conoce el hotel Hacienda de Molinos (www.haciendademolinos.com.ar). Se trata de una antigua casona del siglo XVIII, residencia del último gobernador realista de Salta, restaurada como hotel. Al día siguiente, visita el criadero de vicuñas Coquena, a un kilómetro y medio de Molinos.
Vuelve a la carretera. A unos 40 kilómetros, pasando el pueblo de Angastaco, verás al costado de la RN40 la Quebrada de las Flechas. Aquí las montañas generan estrechos desfiladeros de 20 metros. Observa de cerca estas extrañas formaciones, que semejan flechas apuntadas al cielo. Continúa el viaje hacia Cafayate, donde la RN40 se convierte en la avenida General Güemes. Desde Molinos son 116 kilómetros.
Cafayate es una de las principales localidades turísticas de los valles, pero conserva su aire tranquilo. Es el segundo centro de producción vitivinícola de Argentina. De aquí es el vino blanco Torrontés, varietal único en el mundo. Visita el Mercado Artesanal y el Museo del Vino. La Heladería Miranda ofrece deliciosos helados de sabor cabernet y torrontés.
La principal atracción de Cafayate son sus bodegas. Hay emprendimientos familiares y otros de renombre internacional, como Michel Torino o Etchart. La mayoría ofrece recorridos y degustaciones. Para descansar junto a los viñedos, alójate en el Cafayate Wine Resort (www.cafayatewineresort.com), a los pies del cerro San Isidro.
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De Cafayate a Salta
El viaje sigue por la RN68 (pavimentada) en dirección Norte. El camino de regreso a la ciudad de Salta es maravilloso. A pocos kilómetros de partir verás, al costado de la carretera, la Quebrada de las Conchas, en la que la erosión eólica e hídrica generó las más extrañas formaciones geológicas.
La tierra rojiza y los cerros coloridos crean paisajes surrealistas. Admira, de Sur a Norte, formaciones como el Castillo, el Obelisco, el Fraile, el Sapo y el Anfiteatro, un semicírculo perfecto cuyos altos paredones presentan infinidad de pliegues. Continúa un kilómetro más y verás la impresionante Garganta del Diablo.
Luego regresa por la RN68 hasta Salta. La Catedral, donde están las cenizas del General Güemes, y el Museo de Arqueología de Alta Montaña (www.maam.org.ar), que alberga los «Niños del Llullaillaco», uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de los últimos años, son sólo algunas opciones.
Para beber y conversar, visita los restaurantes y pubs de la calle Balcarce o dirígete a alguna peña, como La Vieja Estación o La Casona del Molino, donde podrás acompañar los espectáculos artísticos tradicionales con exquisitas empanadas y el mejor vino tinto. Esta ciudad colonial elegante aúna belleza arquitectónica, excelentes hoteles como El Lagar o El Solar de la Plaza y buena cocina. No por nada los argentinos la llaman «Salta, la linda».
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