Cada es el territorio que concentra más sitios clasificados como Patrimonio de la Humanidad.
Sicilia fue ocupada por fenicios, griegos, cartagineses, romanos, bizantinos, árabes, normandos, germánicos, franceses, españoles e ingleses. Cada invasor -algunos en pleno apogeo económico y cultural- dejó un legado artístico; a veces una manifestación pura; otras, la fusión de civilizaciones.
Con todo, hay mucho más que el circuito artístico. Recorrer templos dóricos -los mejor conservados del mundo- por la mañana; visitar un viñedo por la tarde; cenar en una terraza un platillo de la célebre cocina mediterránea y bucear al día siguiente, pueden ser actividades de un itinerario bien siciliano.
La isla ofrece, además, una extensa oferta de actividades culturales. Al menos dos semanas se requieren para visitarla, y si el objetivo principal no es la costa -una de las más bellas de Italia-, lo mejor es evitar julio y agosto, los meses más calurosos y frecuentados.
El punto de partida bien podría ser Palermo, la capital, situada al Norte, donde abundan las manifestaciones artísticas de varios siglos. Un recorrido exhaustivo de la ciudad podría requerir varios días, pero si pretendes recorrer toda la isla, lo mejor es dedicarle un día y medio y, en todo caso, reservar unos días al final: si llegas por Palermo seguramente regresarás por la misma vía.
Hay dos visitas de rigor en este punto: una es el Museo Arqueológico Regional, útil introducción a la compleja historia de la isla; la otra gran joya es la Cappella Palatina, fundada por los normandos en 1130, tapizada por mosaicos estilo bizantino que representan escenas de la Biblia. Palermo bien se puede recorrer a pie.
Al callejear no dejes de pasar por la Fontana de la Plaza Pretoria, y ya en el rumbo vale la pena darse una vuelta por el mercado de la Vucciria, cuyo colorido y folclor son un atisbo de la vida local. Otro museo, algo diferente, es el de la marioneta, que cuenta con una de las colecciones más importantes del mundo.
Los templos mejor conservados
El circuito para recorrer los sitios esenciales de Sicilia bordea el litoral. Iniciar por el Oeste pareciera el sentido lógico, al menos cronológico, al ser los templos dóricos los primeros sitios que se van presentando en el camino. El primero es Segesta, al suroeste de Palermo. Para llegar aquí hay que tomar la autopista E-90 rumbo a Castellamare del Golfo, y en el kilómetro 44.7 seguir dirección Segesta, que se encuentra a 21 kilómetros.
El templo dórico de este sitio arqueológico debe su majestuosidad no sólo a su monumental tamaño y a su excelente estado de conservación, sino a la magia de su entorno, rodeado de viñedos y olivares. Es un sitio aislado, suspendido en el tiempo, capaz de transportarnos a otra época.
En especial si se tiene la oportunidad de acudir a la representación de alguna de las tragedias griegas que tienen lugar durante el verano en el teatro del siglo III a. de C., tallado en la roca en la cima de un monte con vista al mar, ubicado en el mismo lugar.
La forma ideal de acceder a la vida campirana de Sicilia -y de paso a la gastronomía local- es hacer algo de enoturismo pernoctando en los viñedos. Sicilia posee la mayor superficie de vides en Italia -12 por ciento certificada orgánica-, buena parte destinada a cepas autóctonas como catarratto, nero d’avola, inzolia y grecanico. Hay 12 rutas vinícolas; entre ellas la del famoso Marsala, al Oeste, en esta región se encuentra la mayor parte de los cultivos.
Al salir de Segesta tomar la autopista A29 dirección Trapani, en el kilómetro 43.7 seguir la desviación a Marsala y continuar hacia el sur unos 30 kilómetros por la carretera estatal 115. Ahí nos dirigimos a Donna Franca, viñedo cercano al mar, que cuenta con un hotel boutique de 16 habitaciones en una sobria edificación del siglo XVIII, que ha sabido conjugar la nobleza de lo antiguo con el confort contemporáneo. Nada como recorrer el viñedo con el vitivinicultor, visitar la cava, probar la evolución de los caldos en las barricas. Toda una experiencia y cada vez un aprendizaje de los códigos con frecuencia crípticos del mundo del vino.
La Acrópolis de Selinonte, considerado uno de los sitios más fascinantes del Mediterráneo, fue la siguiente etapa. Para llegar ahí, al dejar Marsala seguimos por la estatal 115 rumbo al Sur hasta la desviación hacia la Acrópolis de Selinonte (estatal 115 dir). Fundada en el siglo VII a. de C., destruida por los cartagineses cuatro siglos después y hasta la fecha un tanto dejada en el olvido, sus restos arqueológicos dan cuenta de una ciudad fortificada que lució algunos de los templos más majestuosos de la Antigüedad Clásica en una etapa de gran poderío y pleno florecimiento artístico, fruto de su rica actividad comercial.
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Seguimos con los templos dóricos, y si hay un sitio que debes visitar es el Valle de los Templos, Patrimonio de la Humanidad. Para llegar hay que retomar la carretera 115, dirección Agrigento, hacia el Este. Este conjunto de templos griegos, que data del siglo V a. de C., se encuentra en excelente estado de conservación y es espectacular en el amplio sentido de la palabra, pues no sólo se admira estando en el lugar mismo, sino que domina buena parte del paisaje desd Agrigento.
Acrobacias con los siglos
Otra etapa imperdible es la Villa Romana del Casale en Piazza Armerina, una lujosa residencia privada de 50 piezas enteramente decoradas con mosaicos que representan escenas inspiradas en la mitología griega. El sitio es Patrimonio de la Humanidad y testimonio de la opulencia romana de los siglos III y IV a. de C. Para llegar hay que tomar de nuevo la carretera 115 en dirección de Gela, tras recorrer 76.8 kilómetros seguir por la 117bis rumbo al Norte y al llegar a la bifurcación, en el kilómetro 19.4, continuar por el camino de la izquierda. Piazza Armerina está 17 kilómetros adelante.
Nos dirigimos al sureste por la carretera 115 dirección Ragusa, donde la riqueza cultural nos hace saltar de un siglo a otro. Por un lado está el Valle del Noto, donde la adversidad de un fuerte terremoto en 1693 jugó a favor del arte: los poblados de la región fueron restaurados en un barroco de impecable estilo y ejecución.
Ello puede apreciarse en las iglesias y fachadas de antiguos edificios en las ciudades de Caltagirone, Modica, Noto, Palazolo Acreide, Scicli y Ragusa -que también cuenta con un bellísimo barrio medieval-, todas Patrimonio de Humanidad por la Unesco debido a su estilo barroco. Las carreteras estatales para visitar estos lugares se toman fácilmente desde Ragusa, el centro neurálgico, y se encuentran a un promedio de 30 kilómetros de esta.
En el sentido de nuestro recorrido por la 115, a 85 kilómetros de Ragusa, la próxima gran escala es Siracusa, cuyo Museo Arqueológico Regional es una referencia junto con la Necrópolis rocosa de Pantálica, otro sitio Patrimonio de la Humanidad en la isla. de difícil acceso, inmersa en la naturaleza -la única forma de acceder es a pie-, ha sido frecuentada desde el siglo XII, en general concebida como zona de refugio. En sus paredes escarpadas lo mismo se encuentran los rastros de más de mil tumbas cavadas que habitaciones trogloditas o restos bizantinos y tuvo sus épocas de gloria al funcionar como un enclave inaccesible para los invasores.
En este punto concluimos nuestro itinerario de los sitios imprescindibles de la isla. Vagamos algunos días más en la costa del Golfo de Catania e hicimos un poco de trekking visitando algunos viñedos en las faldas del Etna. Pernoctamos con el sistema Bed & Breakfast en granjas y casas de campo de la red de Agriturismo Italiano, que promueve el patrimonio cultural y la vida rural bajo estrictas normas de calidad. Este tipo de estancia permite un acercamiento con los habitantes, apreciar algo de la vida cotidiana y la cocina familiar (algo que suele estarnos vedado a los turistas), como la peperonatta de la cena preparada por la mismísima Nonna, quien no dudará en pasarte la receta si dejas limpio el plato.
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