Famosa por sus monumentos arqueológicos y su biodiversidad única, Guatemala también contiene en su interior un atractivo ígneo que conquistará los corazones aventureros: sus volcanes. Aunque escalar un volcán no suela ser algo usual en un itinerario de viaje, los paisajes de este país de Centroamérica es algo que nadie se querría perder.
Por contradictorio que podría ser su nombre, el Volcán de Agua origina su nombre en uno de los acontecimientos claves de la historia de Guatemala. En 1528, la capital del territorio centroamericano se trasladó al valle de Almolonga, en las faldas de este volcán. Sin embargo, fue poco el tiempo que duró la naciente ciudad, pues el cráter del Volcán de Agua se llenó con las lluvias, haciendo que uno de sus costados se rompiera e inundara la antigua metrópoli.
Al ser un volcán inactivo, recorrerlo no representa ningún peligro si de erupciones hablamos. Para subir, existen tres rutas usuales y la más popular inicia en el municipio de Santa María de Jesús, ubicado en el departamento de Sacatepéquez. Debido a su frondosa vegetación, es recomendable ir con un guía local, pues es fácil perderse.
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Como un paralelo perfecto, el Volcán de Fuego es uno de los más activos del mundo y el más activo de Centroamérica. Los registros más viejos de erupciones datan de 1581, extendiéndose hasta la actividad actual. En junio de 2018, una nube de ceniza gigantesca cubrió los departamentos de Sacatepéquez, Chimaltenango y la Ciudad de Guatemala. La intensidad de la erupción que le sucedió fue tal que causó la muerte de al menos 300, con varias desparecidas y heridas.
Si bien visitarlo es posible gracias al exhaustivo monitoreo de las autoridades locales, es muy importante ir acompañado de una persona local que tenga conocimiento de la actividad volcánica para evitar cualquier percance. Además, ver este volcán a lo lejos es mucho más seguro y, en una noche despejada, un espectáculo estelar impresionante.
Otro volcán inactivo que es imperdible se encuentra al lado del de Fuego: el de Acatenango. Sorprendente por su altura de 3,796 metros sobre el nivel del mar, subirlo es todo un reto para los viajeros menos experimentados. Por lo general, el ascenso toma de 5 a 9 horas dependiendo del ritmo y la experiencia y se puede acampar a unos metros de su cráter.
En cuanto a actividad volcánica, la última erupción del Volcán Acatenango fue en diciembre del año 1972, por lo que escalarlo no representa ningún riesgo. Desde la cima, es posible ver la actividad del Volcán de Fuego, con erupciones cada 20 minutos. Otro atractivo es que es un mirador natural hacia Antigua Guatemala, Ciudad de Guatemala y el Lago de Atitlán.
Para visitar cualquiera de los tres volcanes, es indispensable tomar en cuenta el clima y el viento, pues suele ser muy extremo en las partes altas. También es importante ir en compañía de un guía local que conozca el terreno. Asimismo es necesario llevar ropa y calzados adecuados y los alimentos y bebidas necesarios para la duración de cada recorrido.
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